Clase social y Salud
Las desigualdades siguen siendo un problema social en todo el mundo, provocan situaciones de inequidad en el acceso de bienes esenciales para el crecimiento y desarrollo pleno, como los servicios públicos o la Salud. Es difícil comprender que existan hoy en día estas condiciones de desventaja, cuando vivimos en una sociedad cada vez más globalizada, donde el acceso a la información es más fácil y las telecomunicaciones nos facilitan estar al tanto de lo que pasa en la política y la economía. Pero los problemas estructurales y la forma en que se relacionan los componentes sociales juegan un papel en la creación de este fenómeno, por ejemplo, al dividir a las personas en clases sociales.
La clase social es la posición que
una persona o grupo de personas ocupan en la estructura social, basada en
factores como el poder de adquirir los bienes que la sociedad define como valiosos y el grado de control sobre
sus decisiones y la capacidad de lograr sus objetivos. Existe una relación fuerte
entre el estado de salud y la posición socioeconómica. Los determinantes
sociales de la salud juegan un papel importante en la esperanza de vida, mortalidad
y morbilidad de las personas en los diferentes grupos sociales. Los efectos de
una mala salud son más notables en las clases sociales más vulnerables. El nivel educativo bajo, vivienda con
condiciones deficientes, empleos menos remunerados y la dificultad del acceso a
los servicios de salud son factores que favorecerán la aparición de diferentes
enfermedades, el mal apego a los tratamientos y el riesgo de muerte prematura o
discapacidad.
La mayoría de las desigualdades
impiden que las personas desarrollen su máximo potencial en lo personal y
laboral, que a su vez compromete la capacidad de acceder al poder e influir a través de sus decisiones su curso de vida, lo que a gran escala termina debilitando
el desarrollo económico de los países. Las desigualdades también dificultan la
cohesión entre los miembros de la comunidad y fracturan la relación de las
instituciones públicas y las personas, porque muchas veces las acciones
emprendidas en forma de políticas y programas para reducir las brechas no
reflejan las necesidades de todos los estratos sociales.
La estrategia a seguir para
luchar contra la inequidad debe tener como eje central lograr las condiciones
para un desarrollo humano pleno. Pretender que lograremos una sociedad justa e
igualitaria a través de enfocándonos exclusivamente al ingreso o a la
riqueza nos hace caer en acciones incompletas que no resolverán el problema por completo.
La salud, la educación, la dignidad humana y los derechos humanos son factores
fundamentales para que las personas alcancen un máximo estado de libertad que
los conduzca a lograr sus metas y aspiraciones de la mejor manera. Es
importante además, tener una visión de las desigualdades que aún están por
ocurrir, como la tecnológica y las relacionadas al cambio climático.
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